Guarner trabaja al frente de MetaHIT, proyecto que estudia la flora del intestino y que, a su vez, forma parte del consorcio internacional que estudia el metagenoma humano. Los nuevos resultados apuntan a que la enfermedad podría tratarse reintroduciendo estas bacterias a los enfermos de Crohn, según Guarner.
Nuestro sistema digestivo es el ecosistema más poblado de la Tierra, con más de cien billones de bacterias. Hasta ahora se pensaba que pertenecían a entre 1.000 y 2.000 especies, dependiendo del estudio. No obstante, la metodología que se ha utilizado hasta el momento ha consistido en localizar una bacteria a partir de la detección de un solo gen ya predefinido. Es decir, si estaba el gen, se deducía que estaba la bacteria. Sin embargo, el método resulta poco preciso y permite que se escapen especies concretas.
En el nuevo estudio, en cambio, han utilizado herramientas bioinformáticas mucho más exhaustivas que han tenido en cuenta que cada bacteria tiene aproximadamente unos 3.000 genes. Así como con el antiguo método se podía confundir una bacteria por otra, el nuevo método evita confusiones y permite la detección de novedades. De hecho, los científicos han detectados bacterias hasta ahora desconocidas. “La riqueza de nuestra microbiota intestinal es aún mayor de lo que pensábamos”, dice Guarner.
Apuesta por los probióticos
El interés del estudio de las bacterias del intestino se encuentra en el hecho de que un equilibrio y una diversidad adecuadas son sinónimo de salud. En este nuevo estudio se han analizado muestras de personas sanas y de pacientes con la enfermedad de Crohn, y se ha visto que en los últimos, las 500 nuevas bacterias son muy escasas. Así, los investigadores aventuran que la enfermedad podría tratarse reintroduciendo estos microorganismos para restablecer el equilibrio intestinal.
A nivel clínico, los nuevos resultados se traen abajo una de las líneas de tratamiento más prometedoras en los últimos años: el trasplante de heces de un individuo sano a uno que padece la enfermedad para restablecer el equilibrio de la microbiota intestinal. Los microbios que el estudio destaca son tan débiles que no aguantarían el proceso. “Son especies anaerobias que ni siquiera se pueden cultivar en el laboratorio, en contacto con el aire mueren en pocos segundos”, puntualiza Guarner. Esto se añade a un riesgo que ya se conocía: introducir bacterias no deseables. “Los probióticos o algunos alimentos que alimentaran las bacterias podrían ser otra opción, lo estamos investigando”, concluye Guarner.
Menos diversidad en la microbiota intestinal
Varios trabajos científicos alertan de la disminución de la diversidad bacteriana que habita en los humanos, lo que se traduce en un entrenamiento anómalo del sistema inmune. Cada vez estamos menos en contacto con microorganismos que necesitamos. Entre otras cosas, por el exceso de higiene.
Esto podría explicar que en los últimos 20 años las alergias a alimentos hayan pasado de afectar un 6% de los niños a afectar a un 15%, que la dermatitis atópica haya aumentado de un 5% a un 11% y que las alergias respiratorias hayan pasado de un 75% a un 80%.
La incidencia de la enfermedad inflamatoria intestinal (Crohn) también ha aumentado en más de un 200% en menores de 18 años en poco más de dos décadas, según datos de Spirit (Spanish Pediatric Retrospective Study of Incidence Trends). La mala respuesta inmunitaria está detrás de la inflamación que afecta el intestino.